¿Ontología o dialéctica?: crítica de una teología de la revolución
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Pobre hombre, nada se oye en tu pórtico, y semejante a los insepultos vagas inquieto, y buscas reposo, y nadie sabe indicarte el camino debido
Hölderlin
Nuestra época es, de modo especial, la de la crítica. Todo ha de someterse a ella
Kant
En Marx no encontramos ni rastro del intento de construir utopías, de hacer conjeturas en el aire respecto a cosas que no es posible conocer
Lenin
Una vez derruida la perspectiva de emancipación que la edad moderna puso a rodar sobre el tapete de la historia, la crítica, último bastión de resistencia ante la fuerza tiránica del capital, afila sus garras para salvaguardar la posibilidad de la verdadera libertad. Siguiendo la vieja sentencia según la cual nuestra tarea es la crítica despiadada y mucho más contra aparentes amigos que contra enemigos abiertos, el siguiente escrito pone en su punto de mira posiciones que hasta tiempos muy recientes su instigador ha considerado amigas. No por un interés faccioso, sino por el requisito de claridad y consecuencia ética y teórica que uno mismo siempre ha de exigirse, este documento no se censura allí donde la crítica puede mostrarse más dañina. So pena de mitigar los efectos que cualquier confrontación teórica podría llegar a producir, no se ha querido dejar en el tintero nada que jugase en favor de una clarificación a la que, en mayor o menor medida, todos querríamos contribuir. Ya que no busca la conciliación, este texto tampoco participa en el culto a la crítica constructiva.
Atendiendo a su contenido, el documento presenta una crítica del paradigma ideológico de la Línea de Reconstitución (LR) en la que, como su título anticipa, queda delineada la incompatibilidad de dos opciones filosóficas entre las que la LR elige, si puede expresarse así, incorrectamente. Por obcecarse en la construcción de una ontología, repite con su fatal maniobra la teología que durante tantos siglos se ha encargado de darle forma. Sin embargo, el recorrido por los condicionantes de esta mala decisión ofrece el verdadero jugo que la crítica querría exprimir. No es, por tanto, una opción que nazca del azar; desmontar la lógica a partir de la cual se ha podido construir es su objetivo primordial.
Su enemigo más odiado, la dialéctica, habla en el idioma de la crítica: se revela contra los primeros principios y los fundamentos últimos. Rememorando el escenario en el que el joven Marx iba a comenzar su periplo intelectual, político y casi podría decirse que vital, esta verdadera tragedia que nos ha tocado interpretar exige, igual que entonces, la crítica de la religión ―que es la crítica de la ideología— como condición primera de cualquier otra crítica. Este escrito querría ser en sí mismo un ejemplo de esta dialéctica: siguiendo los movimientos mediante los que la rígida ontología honra a su Dios, la crítica inmanente no se contenta con demoler bruscamente sus vigas, sino que apunta también hacia aquello que las ruinas de la catedral ontológica dejan tras de sí.
Con esta maniobra se busca señalar la ilegitimidad de la ontología y, en consecuencia, poner de manifiesto que estamos condenados a vivir y pensar bajo un cielo vacío de Dioses, el único que podría tolerar una humanidad liberada de sus cadenas. Por supuesto, también de aquellas adornadas con las flores de la religión. Esta, que dota de vida propia a los productos de la mente humana, se enfrenta diametralmente a la posibilidad de una verdadera comunidad en la que los individuos vivan con transparencia la relación con sus condiciones materiales de existencia, sin abstracciones separadas que la medien y dominen.
Por lo que respecta a la forma y estructura, cabría señalar que, a pesar de que junto a las alusiones directas se ofrezcan pasajes de carácter más o menos expositivo, estos no pierden por ello una evidente conexión con el conjunto al que sirven de soporte. El lector atento sabrá ver también en ellos material de primer orden para la fundamentación de esta crítica. Teniendo en cuenta la densidad que su objeto exige, el estilo puede en ocasiones adolecer de cierta oscuridad. Para no hacerla cargar con el hastío que la exposición exhaustiva de los conceptos conlleva, se ha preferido una presentación sintética que deseamos no comprometa la claridad e inteligibilidad del texto. No obstante, no puede decirse que su brevedad menoscabe su suficiencia. En este sentido, es a todos los efectos una crítica completa.
Ya que las reacciones que pueda llegar a generar son de todo menos previsibles, las expectativas que lo acompañan son por ello mínimas. No por falta de confianza en la calidad del texto, sino porque no está entre sus intenciones promover determinadas reacciones, las respuestas que a diferentes niveles pueda suscitar caen fuera de lo contenido en estas páginas. Con inducir a la reflexión pausada de los argumentos que a continuación se presentan y aportar la parte que le corresponde a un debate serio e intelectualmente riguroso, los propósitos que empujan la redacción de este texto quedan sobradamente cumplidos.
(Resto del documento en el archivo PDF)
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